Con cambio de recinto, el Teatro Municipal inauguró su temporada 2010. El terremoto obligó a reparaciones, siendo elegido el Teatro Escuela de Carabineros como sede para los primeros tres títulos. Nuevecito de paquete (de verdad: olía a nuevo), el teatro posee vista total para todas sus ubicaciones, lo que no deja de ser una mejora respecto al Municipal. La estética es más bien funcional, y la acústica no convence del todo: es cierto que la orquesta se escucha con todos sus detalles, pero a ratos da la impresión de falta de unidad, como si no fuese un sonido único sino compartimentado. Es un mérito en todo caso haber montado Cavalleria rusticana y Pagliacci en un recinto considerablemente más pequeño que el originalmente presupuestado.
El resultado fue bastante parejo, sin llegar a empinarse sobre lo extraordinario. La paleta de colores elegida para la escenografía favoreció los grises, haciendo de Cavalleria un espectáculo demasiado sobrio. Pagliacci lució más alegre, aunque el maquillaje dado al Prólogo hacía presagiar algún experimento en blancos y negros. Verónica Villarroel y Kelly Kaduce compartieron escenario hace unos años cuando alternaron el mismo rol, el titular de Suor Angelica. Ahora volvieron para compartir escenario, pero en óperas sucesivas. Kaduce tiene una voz muy bella, y es una artista extravertida, que llenaba de alegría y piruetas el escenario. (Todo este Pagliacci me recordó un poco La strada, con la salvedad que el Cannio de Badri Maisuradze era todo menos un Anthony Queen.) Villarroel, por su parte, me convenció. Puede que la voz no se acomode mucho al rol, uno más cercano a la soprano dramática que ciertamente Villarroel no es; pero verla es otra cosa: toda de negro, con la piel pálida, las manos en las caderas y otras veces cruzadas, mirando y escrutando con recelo...no pude evitarlo: me acordé de Ana Garibaldi, la actriz argentina que ha visitado Chile en un par de ocasiones. A Garibaldi la vi en Tercer cuerpo de Tolcachir y ahí estaba de nuevo, ahora como Santuzza. Y si me lo pienso (y me lo pensé)...ambas se parecen un poquito. La verdad es que me gustó el enfoque. Es una asociación totalmente arbitraria, y es bastante poco probable que el director de escena italiano haya visto a Garibaldi. Pero qué más da, a veces la realidad se duplica por azar.
El resultado fue bastante parejo, sin llegar a empinarse sobre lo extraordinario. La paleta de colores elegida para la escenografía favoreció los grises, haciendo de Cavalleria un espectáculo demasiado sobrio. Pagliacci lució más alegre, aunque el maquillaje dado al Prólogo hacía presagiar algún experimento en blancos y negros. Verónica Villarroel y Kelly Kaduce compartieron escenario hace unos años cuando alternaron el mismo rol, el titular de Suor Angelica. Ahora volvieron para compartir escenario, pero en óperas sucesivas. Kaduce tiene una voz muy bella, y es una artista extravertida, que llenaba de alegría y piruetas el escenario. (Todo este Pagliacci me recordó un poco La strada, con la salvedad que el Cannio de Badri Maisuradze era todo menos un Anthony Queen.) Villarroel, por su parte, me convenció. Puede que la voz no se acomode mucho al rol, uno más cercano a la soprano dramática que ciertamente Villarroel no es; pero verla es otra cosa: toda de negro, con la piel pálida, las manos en las caderas y otras veces cruzadas, mirando y escrutando con recelo...no pude evitarlo: me acordé de Ana Garibaldi, la actriz argentina que ha visitado Chile en un par de ocasiones. A Garibaldi la vi en Tercer cuerpo de Tolcachir y ahí estaba de nuevo, ahora como Santuzza. Y si me lo pienso (y me lo pensé)...ambas se parecen un poquito. La verdad es que me gustó el enfoque. Es una asociación totalmente arbitraria, y es bastante poco probable que el director de escena italiano haya visto a Garibaldi. Pero qué más da, a veces la realidad se duplica por azar.
Verónica Villarroel y Ana Garibaldi
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