Después de sendos discos dedicados a
Samuel Barber,
Maurice Ravel,
Robert Schumann, y dos a
Charles Ives (uno, ya comentado
aquí), la dupla del barítono
Gerald Finley y el pianista
Julius Drake ofrece ahora un abundante registro de canciones del compositor inglés
Benjamin Britten. El título del disco lo es también de uno de los pocos ciclos que él escribiera para la voz de barítono, aunque es bueno advertir que solo ocupa un tercio del tiempo de duración, el resto del cual se distribuye en dos grupos.
El primero lo componen un conjunto de números solitarios, algunos de los cuales fueron sacados de los arreglos de canciones folclóricas que
Britten hiciera hacia el final de su vida. Aparecen momentos onomatopéyicos en "Bird Scarer's Song", y otros más ingenuos, como en "Lemady" que abre el disco. Otras canciones estuvieron presentes a lo largo de la carrera concertista de
Britten y su pareja, el tenor
Peter Pears. Van desde lo folclórico, como la conocida "Greensleaves"; hasta lo humorístico, como en "The Crocodile", especie de revisión hiperbólica de la historia de Jonás y la ballena, o en la divertida "The Deaf Woman's Courtship", originalmente creada para la contralto
Kathleen Ferrier y
Pears.
Finley despliega una espontaneidad simplemente admirable en estos números, confirmando que nada sirve mejor a su rica voz de barítono que una melodía pegajosa como la de "Greensleaves". Las posibilidades histriónicas de los números humorísticos, donde "dobla" con ripio la voz de una vieja sorda cortejada (puede oírse más abajo), conviven junto a momentos contemplativos de extraña simpleza (óigaselo casi sin acompañamiento en "I wonder as I wander").
El segundo grupo está integrado por dos conjuntos de canciones relativamente breves. El primero corresponde a
Tit for Tat, cinco poemas de
Walter de la Mare que
Britten compusiera tempranamente (entre los 14 y los 17 años) y que reuniera después, en 1968, como agradecimiento al hijo del escritor. El segundo es un tríptico de poemas de
Robert Duncan, para cuya obra
This Way to the Tomb Britten compusiera en 1945 la música incidental, de la cual formaban parte las canciones. Al igual como ocurrirá después, cuando ambos trabajen en la ópera
The Rape of Lucretia, la rica poesía de
Duncan se empina un poco por sobre el tratamiento más bien moderado de
Britten.
Finley es efectivo en ambos mini-ciclos, aunque
Tit for Tat como obra difícilmente alcanza momentos de memorabilidad.
Britten trabajaba su música vocal con el oído puesto en ciertas voces. Así, para el estreno de
Tit for Tat pensó en
John Shirley-Quirk, y para su más importante ciclo para la voz de barítono el destinatario fue
Dietrich Fischer-Dieskau. Con él ya había trabajado en el
War Requiem, y al igual que ocurriera con otro artista involucrado en ese estreno,
Britten le compuso un ciclo propio de canciones. A la soprano
Galina Vishnevskaya le dedico
The Poet's Echo con poemas en ruso de
Pushkin; a
Fischer-Dieskau, en cambio, el regalo no le fue dado en su lengua materna como era esperable, sino en la vernácula del compositor. La elección de
William Blake como base literaria intenta sacar provecho del dramatismo y la enorme capacidad de coloración que tenía la voz del barítono alemán, en particular por el carácter ambiguo de muchos de los poemas. Siete de ellos fueron elegidos junto a otros siete "proverbios" o aforismos, que se intercalan como comentarios, introducciones, o a veces de forma simplemente caprichosa. Algunos de esos aforismos tienen una sola línea (por ejemplo, el tercero: "El pájaro un nido, la araña una tela, el hombre amistad"), y funcionan como bisagras entre los momentos más expansivos del ciclo.
Fischer-Dieskau y
Britten grabaron a fines de 1965 una versión impecable, y más de cuarenta años después la de
Finley y
Drake amplía ese horizonte. Es, eso sí, un poquito más lenta (25'44 contra los 23'34 originales), lentitud que solo se hace patente en "A Poison Tree", el poema central de todo el conjunto en el cual la diferencia de un minuto es significativa para una pieza que promedia los cuatro.
Finley equilibra los aspectos más metafísicos de la poesía de
Blake con aquellos que pintan el acoso y la corrupción de la inocencia (el pequeño deshollinador descrito como "a little black thing" en "The Chimney-Sweeper"). En el que es uno de los poemas más famosos de
Blake, "The Tyger",
Fischer-Dieskau sonaba aterrorizador; más "Erlkönig" que "Tyger! Tyger!".
Finley en cambio colorea con mayor calidez, y por lo mismo su elección interpretativa hace del enigma (¿qué representa el tigre?) uno todavía menos claro. Es con todo, un excelente contraste, y ciertamente uno necesario para un ciclo con escasos registros. Grabado en 2008 y lanzado solo ahora, hace preguntarse cuántos más frutos ha dado en ese ínterin la alianza entre la voz y el piano de estos dos artistas. Si el "arbol venenoso" de
Blake dio al menos un fruto, es de suponer que la cosecha futura en este otro caso será cuantiosa.