El pasado lunes, 5 de julio, falleció en Atlanta, Estados Unidos, el bajo Cesare Siepi. Siepi nació en Milán en 1923 y comenzó tempranamente su carrera vocal. Debutó como Sparafucile (Rigoletto) en Schio, cerca de Vicenza, en 1941, y terminada la Segunda Guerra se posicionó como una de las mejores voces en la cuerda más grave masculina. Fue durante la década de los 50 que Siepi desarrolló más activamente su carrera, debutando en 1950 en el Metropolitan Opera House como Felipe II (Don Carlo), lo que fue el inicio de una fructífera colaboración con el escenario neoyorquino bajo la regencia de Rudolf Bing, con más de 350 funciones en 17 roles. El Festival de Salzburgo fue testigo de uno de sus mejores roles, el titular de Don Giovanni, que bajo la batuta de Wilhelm Furtwängler fue inmortalizado en disco y film en los primeros años de esa década. Siepi concluyó su carrera en 1988, saliendo de su retiro en 1994 para un Oroveso en una versión en concierto de Norma.
La voz de Siepi es la de un basso cantante, es decir la de un bajo cuya emisión resulta amable al oído, usualmente asociada al repertorio italiano, y lograda por un vibrato rápido. Ideal para el belcanto, Siepi fue un elegante Conde Rodolfo (La sonámbula) y un grandilocuente Raimondo (Lucia di Lammermoor). Su noble voz de grano ancho le ganó un amplio reconocimiento en los papeles patricios de Verdi: Don Ruy Gomez de Silva (Ernani), Jacopo Fiesco (Simon Boccanegra), Felipe II (Don Carlo), Ramfis (Aida), y el patriota Giovanni da Procida (Las vísperas sicilianas), cuya aria principal está colgada abajo. Unida la belleza de su timbre a su atractivo físico, se consolidó rápidamente como el mejor Don Giovanni de mitad del siglo pasado, rol que grabó para la Decca junto a Josef Krips en uno de los registros tenidos ya por clásicos. Igual de ejemplar es su Fígaro mozartiano en Las bodas de Fígaro, junto a la diestra batuta de Erich Kleiber. Gracias a la difusión radial de las funciones del Metropolitan, hoy contamos con un abundante respaldo de su carrera en ese escenario, que unido a sus registros comerciales configuran un patrimonio de enorme valor artístico. Lo sobreviven su mujer Louellen Sibley, una hija y un hijo.
La voz de Siepi es la de un basso cantante, es decir la de un bajo cuya emisión resulta amable al oído, usualmente asociada al repertorio italiano, y lograda por un vibrato rápido. Ideal para el belcanto, Siepi fue un elegante Conde Rodolfo (La sonámbula) y un grandilocuente Raimondo (Lucia di Lammermoor). Su noble voz de grano ancho le ganó un amplio reconocimiento en los papeles patricios de Verdi: Don Ruy Gomez de Silva (Ernani), Jacopo Fiesco (Simon Boccanegra), Felipe II (Don Carlo), Ramfis (Aida), y el patriota Giovanni da Procida (Las vísperas sicilianas), cuya aria principal está colgada abajo. Unida la belleza de su timbre a su atractivo físico, se consolidó rápidamente como el mejor Don Giovanni de mitad del siglo pasado, rol que grabó para la Decca junto a Josef Krips en uno de los registros tenidos ya por clásicos. Igual de ejemplar es su Fígaro mozartiano en Las bodas de Fígaro, junto a la diestra batuta de Erich Kleiber. Gracias a la difusión radial de las funciones del Metropolitan, hoy contamos con un abundante respaldo de su carrera en ese escenario, que unido a sus registros comerciales configuran un patrimonio de enorme valor artístico. Lo sobreviven su mujer Louellen Sibley, una hija y un hijo.
Obituario en inglés en Guardian.co.uk.
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