miércoles, 18 de noviembre de 2009

Bong, Madeo: Madre mía

Pensando en que Sed era una buena película (aunque quizá no tan buena como otras de Park) pensé que Madeo (Madre), la elección surcoreana para postular a la quina final de película no hablada en inglés en los próximos Oscar, debía estar en un nivel al menos igual de calidad. De Bong Joon-ho sólo he visto dos películas: Salinui chueok (Memorias de un asesino o, más apropiado a la trama, ...de un asesinato, 2003), sobre unos femicidios en una provincia rural de Corea del Sur y la ineptitud de la policía para resolverlos; y Gwoemul (The Host o El huésped, 2006), sobre un monstruo mutante que ataca Seúl (y no, está lejos de ser la clásica película sobre monstruos que atacan ciudades). Madre semeja en ambiente a Memorias...: un pueblito rural fotografiado en tonos grises en el cual el asesinato de una chica (esta vez, solo una) desata una historia detectivesca.

Partiendo de una premisa sencilla -el amor de una madre es ilimitado- Bong abre su película con un preludio coreografiado por Kim Hye-ja, que rápidamente intuimos es la "madre" del título. Ella, la actriz, da vida a Hye-ja, el personaje con quien comparte, supongo, solo el nombre de pila. Es un momento bastante contemplativo que hacia el final de la película comprendemos mejor. Hye-ja tiene un hijo, Do-joon (Won Bin), con capacidad mental ligeramente disminuida. Do-joon no es violento, pero se deja llevar por los impulsos del momento, en particular cuando responde enfadado al mote de "subnormal" con que lo llaman. Su madre se las arregla como puede para que lleven una vida digna, entre otras cosas con el ejercicio de la acupuntura. Do-joon se mete con facilidad negligente en líos, de los cuales su madre lo saca con sacrificio casi siempre económico. Pero no notamos rencor en su rostro. Solo resignación. Cuando una escolar es hallada muerta en la terraza de una casa abandonada, con un gesto como de reverencia hacia el pueblo, nos representamos con rapidez lo que ocurrirá.

La acusación de inocentes no es un tópico común en el género policial (quizá porque se parte de la premisa que no hay inocentes). Cuando Do-joon es aprehendido por la policía y se le saca una confesión de manera poco limpia (sin tortura, pero obviando el hecho que Do-joon probablemente no sabe ni leer), la película de Bong estimula un sentimiento de indignación moral en el expectador. No es, como en algunas películas de Clint Eastwood, manipulación de las emociones para justificar algún sacrificio o lucha extraordinaria entre fuerzas morales antagónicas. Bong es cuidadoso en dosificar aquello que puede ser objeto de indignación, y no lleva ese aspecto a un nivel que nuestra percepción del conflicto quede polarizada. De hecho, cuando agota ese momento, Bong comienza a desarrollar el otro hilo de la película: la investigación doméstica de la madre.

La imagen de Hye-ja es la de una mujer sumisa, casi entregada a las reglas arbitrarias que otros le fijan para ser parte de la comunidad. Su carácter no es fuerte, pero está segura que su hijo es inocente, y para probarlo juega las cartas de la persuasión y la compasión. Cuando acusa erróneamente a uno de los amigos de su hijo, nos damos cuenta que su búsqueda es obsesiva y desesperada, y que quizá ni la justicia ni la verdad sean sus horizontes. Solo rescatar a su hijo. Mojada hasta las tripas por una lluvia inclemente, sentimos piedad por una mujer cuyo rango de emociones nos va pareciendo cada vez más estrecho. Es como si en su búsqueda del culpable su personalidad se fuera recortando hasta quedar reducida a una especie de animalito tímido que solo sale de su madriguera para recolectar la comida del día. El trabajo de Kim Hye-ja, la actriz, no está en las ligas de esas interpretaciones grandes como la vida misma del dolor materno. Lo suyo es lamerse una herida y encontrar una solución. Con un par de escenas de mayor violencia hacia el último tercio, se trata de un gran trabajo de equipo, donde las costuras entre música, fotografía y actuación son casi invisibles. La sensación de conjunto, sin embargo, es extraña, porque el conjunto pareciera no tener miembros.

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