Con menos público que el sábado, Philip Glass se presentó el domingo pasado frente al piano en un recital, al menos en el papel, interesante. Ocho de sus Études, cuatro de las cinco Metamorphosis (omitió la primera porque "era demasiado parecida a la quinta") y Mad Rush, una pieza compuesta originalmente para órgano de iglesia y particularmente hermosa, fueron el comienzo del recital que, a contar de este punto, se apartó del programa. Tres piezas fueron simplemente omitidas y Glass dio por concluido el asunto con una pieza cuyo nombre no entendí, y dos encore. A tal punto llegaba su prisa (o indiferencia) que dijo que tocaría los dos encore seguidos. Así se ahorraba tener que salir y volver a entrar. Y también pidió que por favor...no lo interrumpieran entre medio. Hubo aplausos de todas formas después del primero, él los agradeció, tocó el segundo y se acabó. La ovación fue bastante intensa, y el público era con claridad incondicional de él. O de su figura, porque como pianista es bastante desprolijo (y a juzgar por alguien que conocía mejor las piezas que yo, además tocó todo muy rápido). Final abrupto, como el de sus propias composiciones.
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