miércoles, 23 de septiembre de 2009

La alegría de la venganza

"Ha, ha, die Rache ist mein! ("¡Ja ja, la venganza es mía!"). Así celebra Danielo su aparente triunfo en la ópera de Ernst Krenek Jonny spielt auf (algo así como Jonny toca o, si se prefiere, Tócala Jonny). Si bien hay poco de venganza en el resultado de su acción, esa gramática le presta mayor sazón a lo que ha obtenido. Incluso cuando no lleguemos a obtener nada, saborear la venganza mientras se la cocina es un placer. La venganza es un plato que se sirve frío, pero hace arder la cocina cuando se la prepara.

Danielo es difícilmente un villano de ópera, pero de todas formas nos parece antipático. ¿Puede ser que la venganza sea patrimonio de esa clase de personajes? Pizarro en Fidelio de Beethoven se refocila cuando declara que la victoria es suya ("Ha, ha, der Sieg ist mein!"), victoria que sabemos depende de matar a un prisionero político; y Osmin en El rapto en el Serrallo de Mozart vocaliza riendo cuando autoproclama su triunfo ("Ah, wie will ich triumphieren!"). Ambos buscan, aunque de forma un tanto torcida, retribución.

Pero es Clitemnestra en la Elektra del Dr. Strauss la que mejor ilustra la alegría de la venganza. Y lo hace sin una sola palabra. Mejor dicho: las pocas palabras que usa ("Lichter! - "¡Luces!") no agregan nada a lo que su risa manifiesta. Satisfacción. Alegría. ¿Alivio quizás? La risa de Clitemnestra es el sonido mismo de la venganza. Rara forma de empezar un blog.

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