domingo, 11 de octubre de 2009

Refn, Bronson: El otro Bronson

Tom Hardy como Bronson.

Probablemente el nombre de Michael Gordon Peterson no diga mucho. En algún momento el haber reemplazado ese nombre por el de Charles Bronson sí hizo una diferencia. Bronson alcanzó cierta fama protagonizando películas como C'era una volta il West de Sergio Leone, pero yo lo recuerdo más como el actor de películas clase B que poblaban la programación televisiva nocturna hace varios años atrás. Mi papá era particularmente fanático de la mezcla entre artes marciales y brutalidad policial que impregnaban las peores películas de Bronson. Él era el tipo duro que castigaba con economía de medios a todo el que se le cruzara en su camino. Michael Gordon Peterson tomó el nombre de Bronson como alias y hoy es conocido como el preso más violento de Inglaterra.

Nicolas Winding Refn decidió hacer una película sobre la figura violenta de Peterson/Bronson, y Bronson es el resultado. No es exactamente una biopic, sino un estudio de carácter. Vemos un momento de matonaje infantil del Peterson más joven, y su paso por varias prisiones a partir de delitos casi ridículos que dan lugar a una seguidilla de violencia (el largo tiempo que Peterson/Bronson lleva en prisión se debe a delitos cometidos dentro de los recintos penitenciarios). Refn ofrece viñetas que rayan en lo caricaturesco, y opta por una narración no-lineal con cierta tendencia a la divagación (la poética escena en que vemos los dibujos de Peterson/Bronson parece más propia de un video clip musical). El abundante uso de música clásica (Verdi, Wagner, Bruckner) hace que la comparación inevitable sea La naranja mecánica de Stanley Kubrick. En algunos aspectos, por ejemplo en la fotografía, hay cierto sabor kúbricko, y es inevitable pensar a ambas películas como tematizando la relación entre violencia, instituciones y normalidad social. Lo que uno echa de menos en Bronson es alguna indagación en los motivos e intenciones del protagonista, porque la sensación final es que sencillamente el tipo está chalado.

Tom Hardy (Handsome Bob en RocknRolla), galés igual que Peterson, da vida durante casi dos horas al protagonista. El trabajo de Hardy es de un esfuerzo físico sobrecogedor. No solo por las abundantes secuencias de peleas, sino por la tensión constante que logra imprimirle al personaje. Desde los mocos y la baba que le corren como ríos en el hospital psiquiátrico, hasta la desolación de un rostro vacío, el trabajo de Hardy es una entrega absoluta. La elección de Refn de incorporar un monólogo ficticio dirigido a un público en un teatro termina por forzar en exceso la narrativa, y si no fuera por la presencia magnética de Hardy esa elección sería derechamente un fracaso. Delgado como un palillo, Matt King contribuye con un par de apariciones delirantes, pero lo cierto es que se trata de una película apoyada en un solo pilar. Uno bien sólido eso sí.

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