Un duelo sin balas.
Vitrineando entre las 65 postulantes a la quina de Mejor Película Extranjera (más precisamente, Mejor Película en Idioma Extranjero, es decir distinto al inglés), uno puede encontrar algunas joyitas. Ya sé, el criterio para elegir a la película que representa a cada país no es siempre estrictamente cinematográfico. Por ejemplo, la elección mexicana, Backyard de Carlos Carrera, el mismo de El crimen del padre Amaro, trata sobre los crímenes cometidos contra mujeres en Ciudad Juárez. Puede que no sea la mejor de las películas, pero si llegara a posicionarse en la quina final sería una forma de publicitar un problema que muchos creen es parte únicamente de la imaginación de Roberto Bolaño en 2666. Otro ejemplo: la elección chilena en detrimento de La nana de Sebastián Silva es obviamente una elección política (y yo diría que incluso, desde un punto de vista estratégico, es una pésima elección). El propio Silva se ha mostrado desilusionado, y es comprensible: su película está probada, se exhibe en Nueva York, ha tenido reconocimiento y sin embargo...es dejada de lado. (Por cierto, Michael Musto conversó con Silva sobre su próximo proyecto y lo publicó en su columna. Es casi puro pelambre eso sí. Así que sospecho le interesará a más de uno.)
Pese a ese prejuicio, uno puede ver esas 65 elecciones al menos como una oportunidad para ponerse al día con el cine extra-Hollywood. La elección danesa es Frygtelig lykkelig (Terriblemente feliz según me informa Google traductor y me confirma la traducción adoptada en inglés) de Henrik Ruben Genz. Ganadora del Globo de Cristal en el Festival de Karlovy Vary, la película de Genz abre con una secuencia contemplativa: un narrador nos informa que el lugar en el que estamos, el sur de Dinamarca, es básicamente un pantano. Dado que las napas subterráneas están muy cercanas a la superficie, cuando llueve todo se inunda. Y nos cuenta una historia, la de una vaca que se hundió en el barro, para reaparecer preñada después de seis meses con un ternerito de dos cabezas. Una animal y otra humana. El ternero trajo males al pueblo, hasta que los hombres decidieron ahogarlo en el pantano. Desde entonces, todo ha estado tranquilo. Ese es el mito fundacional de la paz social del aburrido pueblo al que Robert (Jakob Cedergren) llega para asumir el puesto de jefe de la policía.
El comienzo hace imaginar una comedia negra, el estilo Fargo. Y en parte eso es lo que Genz nos da. Pero cuando comienzan los problemas (y comienzan pronto) el espíritu es más el de un western. La premisa de un sheriff foráneo que llega a un pueblo para hacer cumplir la ley es vieja, y aquí Robert también encontrará un antagonista: Jørgen (un sólido Kim Bodnia), el guatón pegón del pueblo que también las emprende con su mujer, la inestable Ingerlise (Lene Maria Christensen). Robert, que comienza a sentir algo por Ingerlise (digo "algo" porque no es obvio qué), se ve dividido entre defenderla de los maltratos que le propina el marido y hacer la vista gorda como hace todo el resto. Son ellos, el pueblo, una presencia constante, casi fantasmal en la película. Así que también veo en ellos el despliegue de una premisa del género terror. Recuerdo un cuento de sir Walter Scott, "La historia de Willie el vagabundo", en el que se nos recuerda una vieja creencia sobre la prohibición de probar la comida en el país de los muertos a riesgo de condenarse uno mismo. Cuando nos enteramos que Robert viene escapando de su pasado, uno en el cual queda hermanado con el pecado de Jørgen, su estadía en el pueblito cobra un nuevo sentido.
Filmada con una fotografía que causa agorafobia, Frygtelig lykkelig es un thriller, un film noir, un western, y un relato de terror gótico. Y en danés. Los surcoreanos han hecho del multi-género un género nuevo. Si ellos pueden, no veo por qué otros no. Lo interesante, en todo caso, es la incomodidad que nos provoca la película a medida que avanza. Cuando nos damos cuenta que al parecer todos están empantanados en la suciedad hasta el cuello, y comenzamos a clamar por una redención...he ahí que Genz vuelve a dar una vuelta de tuerca. Y funciona.
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